¡La de discusiones que se van a provocar en las familias si se aprueba la elección del orden de los apellidos! Y aquel cuyo apellido vaya antes en el abecedario llevará siempre las de ganar en caso de desacuerdo. Además, creo que al perspicaz creador de esta ingeniosa idea no se le ha ocurrido pensar que, tarde o temprano, indefectiblemente todo el mundo acabará teniendo el primer apellido empezando por A. ¿No sería más lógico, puestos a cambiar el sistema, que en caso de desacuerdo se elija por sorteo ante notario?
¿De verdad es necesaria esta reforma? Precisamente en España, donde no se discrimina el apellido materno, porque todos llevamos los dos. La vería más oportuna en otros países, donde la mujer pierde su apellido de soltera al casarse, pasando a tener ella y todos los hijos exclusivamente el apellido del marido. Eso sí es discriminatorio, y no el sistema que utilizamos aquí, que es bastante equitativo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de noviembre de 2010