Lo mejor del grupo de los hermanos Followill es su peculiar sonido. Una batería ralentizada, el bajista pensando en otra cosa, el guitarrista sonando como si estuviera en otra habitación y la rasposa voz de Caleb uniéndolo todo. Porque cuando se atienen a los cánones parecen Journey. La pena es que ese rock para adultos es lo que vende. Así sonaba Sex on fire, de su disco anterior, y ha sido su mayor éxito. Afortunadamente, vuelven a la fórmula anterior. Aunque el bajo gana prestancia y se permiten jugar hasta con el dub, los grandes momentos son cuando retoman sus orígenes y hacen temazos de folk sureño como Back down south. Alguien los llamó los Lynyrd Strokes y acertó.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 12 de noviembre de 2010