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Análisis:

Los hechos de los hechos

Cuando en España, en los cincuenta, la mayoría de las cosas se hacían a mano era usual que cuando una vecina adquiría una mantelería, por ejemplo, bordada a máquina se la enseñara a la amiga con orgullo haciendo ver que "estaba hecha a máquina".

La máquina significaba modernidad, progreso, riqueza, mientras las manualidades connotaban menesterosidad y atraso. Igualmente, cuando se exhibían las películas, los títulos de crédito proclamaban en los cines que cualquier parecido de la cinta con hechos reales sería "pura coincidencia". Lo "falso" de la ficción era más apreciable o divertido que la realidad de lo verdadero.

Todo esto ha dado la vuelta. La maquinación y la mentira llenan hoy tanto espacio de la actualidad que lo excepcional y, en consecuencia, más caro es la garantía de su ausencia. Así, igual que valen más los alimentos privados de conservantes, ganan mayor interés las historias basadas en hechos "auténticos". La autenticidad, en el reino general de la mentira, cotiza al alza.

Las películas, los libros o los telefilmes que pueden hacerlo se anuncian como basados en "hechos reales". Los "hechos" siempre debieron ser reales, pero la abundancia de falsificaciones y manipulaciones en casi todos los campos ha convertido lo que se dice realmente auténtico o auténticamente real en la pieza más apreciada. ¿Documentales? ¿Series inspiradas en sucesos? Todo esto otorga un importante valor añadido al posible guión. Y ese guión será tanto más valioso cuanto más minuciosamente reproduzca lo ocurrido o, incluso, cuanto más se introduzca en los entresijos de lo ocurrido. Cualquier reportaje de investigación ha ganado fama en la medida en que se estuviera investigando menos. Cada película o telefilme que ahonde en las particularidades de un acontecimiento real será mejor recibido.

Aunque no pocos novelistas o cuentistas sigan calentándose los sesos con la invención de historias "completamente falsas" o "nada autobiográficas", los lectores aman la novela histórica, la historia personal y muchas de sus concomitancias. Lo sacado solo de la imaginación es ya equivalente a sacarlo de la chistera. Trucos añadidos a las mendacidades de los políticos, a los señuelos de la publicidad y a los sensacionalismos de los medios. "Queremos saber", decía Mercedes Milá. A estas alturas y con la multiplicación del instrumental lo que más interesa es conocer la versión original, la historia de la historia real, los hechos de los hechos de los hechos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de noviembre de 2010