La vida de muchos lisboetas sufrirá serios trastornos hoy y mañana, mientras dure la cumbre de la OTAN. Las medidas de seguridad para proteger a los líderes políticos dejarán una buena parte de la ciudad al borde de la parálisis. Las mayores restricciones afectarán al Parque de las Naciones, donde está la sede de la cumbre. Dos perímetros de seguridad impedirán el libre tránsito de vehículos y personas, que serán revisados por los numerosos agentes desplegados.
La presencia policial es abundante en muchas calles de la ciudad: algunas de ellas están cortadas y hay serias limitaciones para aparcar. Las zonas próximas a las rutas por las que transitarán los presidentes y los hoteles o residencias donde se alojarán serán estrechamente vigilados. Por esta razón, escuelas, universidades, juzgados y comercios próximos cerrarán sus puertas. El Parlamento ha dado el día libre a los empleados, aunque los diputados de la Comisión de Presupuestos y Finanzas, actualmente en debate, y del Partido Comunista, con ninguna simpatía atlantista, irán a trabajar.
Los accesos a Lisboa también sufrirán restricciones en autopistas, cinturones de circunvalación y los dos puentes que cruzan el Tajo. Los trenes de cercanías y el que va a Oporto funcionarán con retrasos, porque la frecuencia de salidas se reducirá. Lo mismo ocurrirá con los vuelos, ya que el espacio aéreo estará bajo control especial mientras el presidente Barack Obama se encuentre en el país.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de noviembre de 2010