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Crítica:DANZA

Recuerdos

Pertenece Belmonte a la verdadera época de oro de la danza española moderna, la más creativa y la que pudo darnos un lugar en el panorama europeo. Cesc Gelabert junto a Lydia Azzopardi constituyen uno de sus pilares más sólidos y productivos.

El paso del tiempo pone la herencia espectacular en su justo sitio. Belmonte se estrenó en noviembre de 1988 y vemos hoy la tercera versión revisada. En esta nueva entrega con visos de definitiva, el cuerpo de baile masculino se ha ampliado de nuevo a ocho, adquiriendo un efecto coral potente, de impacto visual.

La aparición excepcional en escena de Azzopardi es conmovedora y Cesc conserva ese pacto angélico que le permite bordar el rol, dar los acentos dramáticos a la vez que resulta más interiorizado, torturado y dando un recital plástico de poses que retrotraen no solo a la iconografía de la tauromaquia, sino a la génesis del bailarín antiguo, de escuela vernácula, pues no debe olvidarse esa contaminación histórica entre la indumentaria del torero y la del bailarín de Escuela Bolera.

BELMONTE

Coreografía: Gelabert-Azzopardi; música: C. Santos; escenografía y vestuario: F. Amat. Teatros del Canal. Hasta el 26 de noviembre.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de noviembre de 2010