Un joven marroquí soportaba a mediodía de ayer un chaparrón en la plaza de la Convivencia de Bilbao. Cubría su cabeza con una kefia y en las manos llevaba la foto de su amigo Jawad, de 23 años, uno de sus compatriotas que falleció el pasado lunes en el incendio del restaurante Lucas en Santurtzi. Junto a Jawad también murió Younes, de 22 años. Los otros dos jóvenes con los que vivían siguen hospitalizados en Cruces. Sus amigos aprovecharon ayer un acto de Cáritas y otras asociaciones sobre las personas sin hogar para recordarles.
La hoja arrugada se convirtió en homenaje a los dos chavales, también indigentes. Los dos eran de Wadzem, una localidad marroquí "pequeña y pobre. Solo hay piedras, no se puede plantar nada", describieron sus compatriotas. "No tenían trabajo, ni casa. Vivían en la calle", explicaba uno de sus amigos, Elhabib, de 23 años, y natural del mismo municipio.
"Querían encontrar trabajo y quedarse aquí para siempre", resalta un amigo
En Santurtzi llevaban cuatro meses. Antes habían pasado por Madrid, desde donde fueron expulsados de vuelta a Marruecos. Su sueño de poder enviar dinero a sus familiares había recalado ahora en el País Vasco, según relataron sus amigos. "Les gustaba jugar al fútbol e Internet", recordaba Elhabib. "Les hubiera gustado encontrar trabajo y quedarse aquí para siempre", añadió.
No sólo los marroquíes recordaron ayer a Younes y Jawad. La plataforma BasteBi, formada por varias asociaciones que defienden a los sin techo, también tuvo palabras de homenaje: "Se guarecían del frío en una vivienda vacía y abandonada, una de tantas en nuestro entorno, donde hay miles de viviendas sin personas y miles de personas sin vivienda".
BasteBi subrayó además que "una persona sin hogar, que no tiene acceso a una vivienda, a participar, a trabajar, se encuentra en el ámbito más severo de la exclusión: no existe, no está, es invisible".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 27 de noviembre de 2010