En unos meses, la única alternativa "realista" al Gobierno español que se ahoga en el temporal de los mercados financieros será un partido que, si debo juzgar por la Comunidad Valenciana donde vivo, es corrupto, un gestor impresentable que trocea la contratación púbica para favorecer a sus delictivas amistades, que a su vez le financian las campañas electorales.
Nos han endeudado para varias generaciones, dejan la enseñanza pública en barracones y sin un duro, la sanidad privatizada, cercenada la libertad de expresión hasta el sonrojo en la TVV y en tantos otros ámbitos, como el boicot a Raimon, peor que el del franquismo, aunque cuando ya sea tarde le homenajearán como hacen con Miguel Hernández o García Berlanga. El conseller Blasco logró ensuciar hasta la ayuda humanitaria, poniendo piso a entidades afines con presupuestos para cooperación.
La última guinda en este pastel que presentan las mayorías absolutas del PP en nuestra pobre autonomía es la persecución judicial de Luna, el político que mejor denunciaba la locura del PP con nuestros impuestos. Como ocurre con Garzón, único imputado por intentar algo de justicia para las víctimas del franquismo, el PP se carcajea del Derecho y manipula a sus numerosos paniaguados en los tribunales y en la prensa para que se castigue "ejemplarmente" a quien se atreva a denunciarles.
Tendremos que volver a nuestros años mozos y ser realistas luchando por lo imposible, puesto que lo "posible" apesta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de noviembre de 2010