El líder de Esquerra (ERC), Joan Puigcercós, llamó ayer al orden a los críticos. Tras poner su cargo a disposición del partido el martes, ayer exigió a sus detractores dentro de la formación "responsabilidad y altura de miras". Los críticos le reprochan su tímida reacción ante la hecatombe del domingo: consideran que su gesto es insuficiente, ya que su cargo lo deberá ratificar en diciembre el consejo nacional, controlado en gran parte por Puigcercós.
Él mismo admitió su influencia. "Hay una mayoría en el partido", dijo en una entrevista en RAC 1, en la que reveló que se había planteado dimitir. Pero decidió calibrar su poder en la votación del consejo, que será secreta. Los críticos exigen que sea la militancia la que reafirme o censure al líder. Puigcercós dio por hecho un congreso, aunque para después de las municipales de mayo. El objetivo es evitar guerras cainitas como la vivida hace dos años y pactar con todos los sectores del partido una renovación de la estructura interna y la estrategia política
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de diciembre de 2010