La consellería de Economía, dirigida por Javier Guerra, concedió ayer la mayor subvención de los últimos dos años realizada por el Igape, tres millones de euros, al grupo Vasco Gallega, consignataria viguesa de buques que da servicio de carga en los puertos.
Con la ayuda a fondo perdido de tres millones de euros que aporta la Xunta, la empresa propietaria se ha comprometido a poner en marcha la reforma del Monasterio de Oia, adquirido en 2004 al Banco Pastor, para convertirlo en un hotel-talaso de lujo que permitirá la creación de 40 puestos de trabajo.
El conjunto cisterciense tiene detrás una larga historia de intentos de recuperación. Pasó por las manos de varias familias y de la Fundación Massaveu hasta que en 2000 fue comprado por el Pastor. El banco quiso convertirlo en un hotel de cinco estrellas, pero la complejidad del proyecto dio al traste con la obra.
El grupo Vasco Gallega de Consignaciones parecía que iba a darle el impulso definitivo, pero desde que lo compró se han generado más dudas y retrasos. Lo primero que hicieron los nuevos propietarios fue denunciar enormes deterioros que iban a disparar su presupuesto de 22 a 27 millones de euros. Tuvieron problemas con la Dirección Xeral de Patrimonio por los permisos que necesitaba la reforma. El presidente de la empresa, Juan Martínez, buscó apoyo en la Diputación de Pontevedra y entre los alcaldes de los municipios cercanos para que alumbrasen una oferta de ocio que pudiese sostener la demanda de plazas durante todo el año. Surgieron ideas, como la de hacer un campo de golf en Tomiño y otro de tiro al plato, pero ninguna fraguó.
Ahora, con la ayuda pública, la Xunta anuncia que el Bien de Interés Cultural, como está calificado el monasterio, contará con una planta de energía térmica y placas fotovoltaicas. Se recuperarán los molinos de agua, la huerta monacal y el río Lavandeira, cuyo cauce está contaminado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de diciembre de 2010