Como expresaba la periodista Heather Brooke en The Guardian (29-11-10), la era digital está cambiando las relaciones entre la autoridad y el pueblo dado que, con los nuevos medios, la información puede ser conocida por el público -la puede analizar, contrastar e intercambiar- de una forma más extensa y rápida que durante la era del papel. Esta mejora en el conocimiento sobre las actividades de los Gobiernos, sobre sus gastos y actividades diplomáticas, es posible gracias al desarrollo de Internet.
Según el artículo de José Ignacio Torreblanca publicado en EL PAÍS (29-11-10), uno de los medios que publica las filtraciones, Wikileaks va a causar un "profundísimo impacto en la manera en la que trabajan los diplomáticos destinados en las Embajadas" y es que el papel de los embajadores se ha visto reducido por la universalización de la información.
Las filtraciones han sido tachadas de banales o insulsas, pero es necesario reseñar que una parte significativa de los cables no ha sido divulgada todavía. La implicación de los fiscales y el Gobierno en el caso Couso, el apoyo de Pakistán a actividades terroristas o el deseo de China por una península coreana reunificada no resultan asuntos intrascendentes.
Los cables manifiestan la dicotomía existente entre lo que el pueblo tiene derecho a conocer y lo que realmente conoce. Internet puede evolucionar hacia una nueva etapa en la que los ciudadanos serán capaces de subir datos y compartirlos con el mundo, generando un espacio de acceso público a la información.
La autoridad ha controlado el flujo de la información mucho tiempo y ahora pueden ser los ciudadanos los que liberen ese cauce, produciendo una supervisión sobre la política y las relaciones internacionales mediante el ejercicio de su derecho a la información gracias a Internet. Por esto último quiero agradecer a EL PAÍS que publique los cables.- Víctor Gómez López. Burgos.
Intento controlar la desazón que me produce las reacciones del Ejecutivo frente a las filtraciones publicadas; intento pensar que ese hermetismo en el que se escudan tiene un fundamento en la seguridad de Estado, pero no lo consigo. Mis intuiciones, y supongo que la de muchos ciudadanos, se han vuelto certezas, ya no hay democracia, una democracia real basada en la transparencia, en el apoyo y lucha por los intereses de nuestros conciudadanos.
Desde aquí quiero prestar todo mi apoyo a la familia Couso y expresar mi repugnancia a la actitud de este Gobierno servil para con los intereses del imperio. Ya lo hizo Aznar con la Administración de Bush, y ahora Zapatero con la Administración de Obama. Un saludo al diario EL PAÍS y gracias por vuestra libertad y autonomía al publicar las filtraciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 3 de diciembre de 2010