Gustavo Martín Garzo, un enamorado de los cuentos de hadas, transita en esta novela, premio Ciudad de Torrevieja, por un territorio difuso, autónomo e incluso confuso como es el de la fantasía, que no se rige por la verosimilitud del espacio real, por más que se haga una referencia a Cuéllar; un territorio donde los hombres -algunos- pueden amar a una hermosa garza real y por amor hacerla desgraciada al arrebatarle esa piel de plumas con la que poder atravesar la otra línea. Esta es una novela en la que todo convencionalismo narrativo y, por tanto, la verosimilitud más ramplona estallan en pedazos, y para la que su autor nos exige complicidad absoluta (si no, no funciona). Podemos valorar ese triángulo amoroso que se produce entre la garza-mujer, ese pastor extraño y huraño del interior del bosque y una mujer -doña Paula- que mantendrá la cordura imprescindible para aceptar, perdidamente enamorada del hombre huraño, que puede existir otra suerte de amor -más grácil y volátil: una mujer-garza- y participar de esa atracción y, a la vez, conservar esos pies en la tierra como para poder contarle la historia a ese hijo habido de la relación tan poéticamente contra natura: hermoso, sí, el nacimiento ovíparo de Jonás. Un niño, a su vez, que crecerá, querrá saber, obtendrá algunas respuestas, y acabará volando tras su destino. El libro está tan lleno de frases conseguidas, bonitas, de imágenes deliberadamente buscadas, el lector es trasladado tantas veces a ese espacio difuso de los cuentos de hadas, donde todo es posible hasta lo inverosímil, que acaba sintiendo que chapotea en almíbar y, en ocasiones, queda -ha sido mi caso- un tanto empalagado. Tal vez este lector no llevara el calzado adecuado para tal travesía, tal vez hubiera preferido algo más de contención. A veces la concentración de garzas -más allá de la belleza de su vuelo- tienen algo de amenazantes pajarracos a lo Hitchcock. Pienso que la novela permanece demasiado tiempo al otro lado de la realidad (aunque no entiendo la intencionalidad de la chusca historia del cerdo llamado Durruti), y se reblandece, por eso y por empalagoso, el suelo que pisa, este lector al menos.
Tan cerca del aire
Gustavo Martín Garzo
Plaza & Janés. Barcelona, 2010
300 páginas. 18,90 euros
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de diciembre de 2010