El terrible ambiente que se encontró LeBron James en su primer partido como rival en Cleveland, su cancha durante sus siete temporadas anteriores en la NBA, acabó constituyendo un motivo más de superación para él y para su equipo, los Heat de Miami.
The King demostró su capacidad para resistir la enorme presión que se creó en torno a él y, lejos de achantarse, jugó posiblemente su mejor partido desde que viste la camiseta de los Heat. Frente a todas las lindezas que tuvo que escuchar o contemplar por parte de una afición que no le perdona que la abandonara por la cálida Florida y que se sintió menospreciada por la manera en que se despidió de ella, a través de un programa especial de televisión, LeBron se dedicó a jugar y lo hizo como mejor sabe. Contribuyó a la soberana paliza que le dieron los Heat a los Cavaliers, 86-115, y le bastaron 30 minutos para firmar 38 puntos, con una serie de 15 de 25 en el tiro, incluidos dos triples, y además, 6 de 9 en tiros libres, 5 rebotes y 8 asistencias.
"He venido aquí para jugar y para ganar, y lo hemos conseguido ganando el partido más completo hasta ahora", afirmó LeBron al término del encuentro. Curiosamente, Erik Spoelstra, el técnico de los Heat sobre el que circulan muchos rumores de que pueda ser destituido si continúan los malos resultados, aseveró: "Fue un gran esfuerzo colectivo. Es la primera que he visto esta conexión a lo largo de la temporada", en referencia al buen juego de su equipo y en especial del big three formado por LeBron, Wade, que sumó 22 puntos, y Bosh, que aportó 15. Curiosamente, la manera en que actuó Miami en un partido con tanta presión ambiental podría convertirse en un punto de inflexión en la mala trayectoria que llevaba hasta ahora. Casi todo, gracias a LeBron.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de diciembre de 2010