El ya ex gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, decidió, horas antes de abandonar su cargo el pasado viernes, al final de su mandato, no concederle el perdón póstumo al famoso forajido William Bonney, Billy el Niño, abatido a tiros por el sheriff Pat Garret en 1881. Un bufete de abogados de Albuquerque había pedido el perdón para que el Gobierno de Nuevo México hiciera honor a la promesa de Lew Wallace, el gobernador de finales del siglo XIX. Éste prometió al forajido perdonarle el asesinato del sheriff Brady si regresaba de su escondite en Tejas y colaboraba como testigo en el juicio por otro crimen.
Bonney obedeció, solo para ver cómo el gobernador permitía su arresto, juicio y condena a la horca. Aquello le llevó a escapar y, en su huida, a matar a dos funcionarios. Según Richardson, los documentos del Gobierno de Nuevo México relativos al perdón no aclaran si era incondicional. Además, considera agravantes las muertes provocadas tras su huida. "Si uno va a reescribir un episodio de la historia tan prominente como este, debería haber una gran certeza con respecto a los hechos, circunstancias y motivaciones de las partes interesadas", dijo Richardson en un comunicado.
Bonney nació en Nueva York en 1859 y en 1877 se mudó a Nuevo México. Solo vivió en el suroeste de EE UU cuatro años, suficientes para forjar el mito de un desperado. Con el asesinato del corrupto sheriff Brady inició un conflicto armado, conocido como la Guerra del Condado de Lincoln, que se saldó sin vencedores y con el perdón final del gobernador para los integrantes de los dos bandos enfrentados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de enero de 2011