Escribo estas líneas tras recuperarme de la perplejidad recibida como un impacto ante el titular de la noticia publicada en EL PAÍS del día 23 de diciembre de 2010, en la sección de Sociedad, que reza así: Cien años de cárcel para El Brujo por violar a 13 menores.
Por razones que desconozco, un individuo de calaña indescriptible se apoda El Brujo, al parecer por sus dotes de adivino. Dotes que no parece que le hayan ayudado en nada para saber la que se le venía encima. En cualquier caso, le ruego encarecidamente publique estas líneas de forma tan visible como el titular mencionado para deshacer el enredo en el que una gran parte de sus lectores han caído. Se lo pido en nombre y representación de Rafael Álvarez El Brujo, no solo un gran actor de prestigio conocido por el público por su valía profesional y su talento en el teatro, sino también por ser un hombre intachable moral y éticamente en su vida privada y pública. Entiendo la ausencia absoluta de intencionalidad por parte del redactor de la noticia y agradezco enormemente su atención.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 7 de enero de 2011