Tiene un cierto aire trágico. Quizá por haber nacido un 11 de septiembre de hace 20 años. O por acarrear el peso de una leyenda insuperable, la del motero salvaje Dennis Hopper, su padre, una de las desapariciones más sonadas del año pasado.
Se estrena a lo grande, protagonizando la última película de Gus Van Sant, Restless, junto a la gran revelación de 2010, Mia Wasikowska (la Alicia de Tim Burton). No es un papel fácil. Interpreta a un huérfano que ha perdido a sus padres en un accidente de coche y se dedica a colarse en funerales y a compartir aventuras con un fantasma, un piloto kamikaze japonés de la II Guerra Mundial. Lo que le atrajo del papel, según contó a la revista W, fue "la aproximación a la muerte desde la perspectiva de un chaval". Algo poco frecuente que vivió en primera persona dentro y fuera del rodaje.
Su padre le había apuntado a clases de interpretación a los 14 años para mantenerle alejado de meterse en líos. Él prefirió estudiar arte y experimentar filmando vídeos en Berlín. Rechazó todos los papeles que le ofrecieron hasta este. "A los chavales suelen desaprovecharnos en Disney Channel y basuras así", ha dicho. Él prefiere a Jung, Tarkovsky y Oscar Wilde. n B. B.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 7 de enero de 2011