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Crítica:

El fabuloso mundo de nada

Narrativa. "Mi voluntad persigue fantasmas, hallazgos inesperados, destellos de luz", afirma convencido el narrador del primer relato, 'Las tres y diez'. A esta empresa quimérica se ven abocados la mayoría de los personajes que protagonizan las historias escritas por Javier Mije (Sevilla, 1969), un conjunto de acontecimientos vacilantes, fragmentarios, que escapan a una comprensión cabal y que el lector debe completar con un esfuerzo no siempre bien recompensado (a veces, la confusión es grande y asoma la monotonía). El autor posee realmente un estilo brillante y propio, trazos inequívocos de prosa poética y un lenguaje que alude solo indirectamente a la realidad, una realidad que puede ser un sueño o pura imaginación del narrador. El libro goza de una evidente coherencia por el lenguaje alusivo, los sucesos huidizos, las frases que se repiten, los personajes que saltan de un relato a otro y aquellos otros que se identifican con lo que dice uno de ellos: "Yo soy el perturbado que no alcanza a comprender su demencia". Efectivamente, así sienten y actúan la mayoría, lo que cuentan puede ser verdad o una alucinación producida por su alterada mente. Son hijos literarios de Juan Carlos Onetti al que Mije admira y le rinde homenaje con la presencia insistente de un personaje llamado Larsen, "el patrón inclemente del circo" (¡qué atinada definición incluso del Larsen original!). El título, paradójico e irónico, se justifica por la presencia de cuatro cuentos en los que el circo es el escenario central. El circo, calificado de "fabuloso mundo", en una película y en el decir de las gentes, habitado por seres extravagantes como la mujer barbuda o el hombre caño, deja de ser el lugar donde se cuece un mundo de maravillas, pues esconde bajo las luces y los oropeles, el desengaño y la tristeza, como se pone de manifiesto en 'Un disparo mortal', protagonizado, como exigen los cánones, por un niño, atraído primero y rechazado después por la magia del circo. La fina descripción psicológica y el acertado ritmo narrativo la convierten en una de las mejores piezas del libro. Es curioso, sin embargo, que otro de los cuentos sobresalientes sea uno que se aparta del tono general por su lenguaje directo y su repertorio de sucesos más definido. Se trata de 'Peces voladores' que en su kafkiano y sarcástico primer párrafo habla de Praga "metamorfoseada" a la postre en Mallorca y en el cual el momento mágico de la visión de un pez volador contrasta con la trivialidad de los otros acontecimientos y justifica la misma narración (e incluso la vida entera del protagonista).

El fabuloso mundo de nada

Javier Mije

Acantilado. Barcelona, 2010

103 páginas. 13 euros

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 8 de enero de 2011