La capacidad de seducción de los vinos generosos tiene una de sus manifestaciones literarias más conocidas en el cuento de Edgar Allan Poe El barril de amontillado. Menos truculento, pero igualmente imaginativo, es el trabajo del Equipo Navazos. Seleccionan botas olvidadas, sin comercializar, de pequeñas bodegas del marco de Jerez y Montilla para destacados comerciantes de vinos, como Ramón Coalla, Quim Vila, o el importador norteamericano Eric Solomon.
Así han sacado a la luz viejas reliquias de amontillados, olorosos, finos, palo cortado y dulces que dormían en su viejísimo hábitat de roble. Vinos extraídos en pequeñas cantidades de botas centenarias -en este caso, de dos barricas de Miguel Sánchez Ayala, bodega situada en el antiguo barrio de la Balsa de Sanlúcar de Barrameda- y puestos al alcance de quienes son capaces de asombrarse y sucumbir ante la complejidad y finura de unos vinos únicos en el mundo, eternamente rejuvenecidos por el sistema de soleras y criaderas.
La Bota de Amontillado (nº 23)
Equipo Navazos. Jerez de la Frontera (Cádiz). Internet: www.equiponavazos.com.
DO: Jerez. Tipo: amontillado viejo, 21%. Cepas:palomino.
Precio: 35 euros. Puntuación: 9/10.
La Bota de Amontillado es un generoso con más de 80 años de vejez que ve ahora la luz -si exceptuamos las sacas familiares del bodeguero- para deleite de sibaritas: bellísimo color ambarino dorado con matices caoba; aroma punzante, complejísimo, un fino encaje de frutos secos, tostados, frescas notas de cítricos, crepusculares aromas a flores secas y un inabarcable mundo de maderas de anticuario. La boca, seca y salina, de hondura interminable, como el mejor cante grande.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 8 de enero de 2011