"Si permanecemos unidos como sociedad, con firmeza y con determinación en defensa de nuestra democracia y nuestros valores, el fin definitivo de la violencia llegará. Llegará el fin de la violencia de ETA, pero la memoria de sus víctimas no se extinguirá y perdurará entre nosotros", aseguró el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ayer en La Moncloa, durante el homenaje a los miembros de las fuerzas de seguridad fallecidos en 2010.
Frente al presidente estaba el hijo de la de la última víctima de ETA, el agente francés Jean-Serge Nerin, a quien Zapatero se refirió como "uno de los nuestros". El jefe del Ejecutivo agradeció la especial colaboración de las fuerzas de seguridad francesas en la lucha antiterrorista y calificó de "desalmados" a los etarras que tirotearon al agente Nerin en marzo del año pasado en Dammarie-les-Lys.
Junto al gendarme francés, también se rendía homenaje a 12 guardias civiles y dos policías españoles, entre ellos la subinspectora Rosa Crespo, fallecida hace justo un año en el terremoto de Haití, o el alférez Abraham Leoncio García y el capitán José María Galera Córdoba, ambos muertos el pasado agosto en la base afgana de Qala-i-Naw por los disparos de un talibán infiltrado en la policía.
Zapatero, el vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba y la ministra de Defensa, Carme Chacón, abrazaron a los familiares de las víctimas, a los que entregaron una placa conmemorativa que recogieron con mucha emoción.
Al homenaje, que Zapatero describió como "un acto de memoria, de condolencia y de gratitud", también asistieron el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, el presidente del Senado, Javier Rojo, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón y el director del CNI, Félix Sanz.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de enero de 2011