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CARTAS AL DIRECTOR

'Ley Sinde' y calidad

Yo no sé si la ley Sinde es buena, mala o regular. Lo que sí debería quedar claro a todos, industrias audiovisuales y musicales, editoriales e internautas, es que se acabaron las vacas gordas y muchas de las profesiones que a lo largo de las últimas décadas han surgido alrededor de esos negocios. Indefectiblemente, los avances tecnológicos, que han permitido la aparición de otras muchas profesiones, posibilitan acceder a contenidos sin pasar por taquilla.

Todo esto significa, en primer lugar, que los músicos tendrán una vida profesional más corta, puesto que deberán subirse mucho más a los escenarios, venderán muchos menos discos y, en general, la calidad de las composiciones, ya de por sí bastante baja en el mundo de la música comercial, mermará. Al final, como era antes de la aparición del vinilo, sin mecenas no habrá quien pueda dedicarse a eso.

Las producciones cinematográficas irán también disminuyendo hasta quedar en algunas superproducciones que sí tendrán asegurada su taquilla por mucho que la gente las descargue ilegalmente (Avatar es al mismo tiempo la más taquillera y la más descargada de la historia). La producción literaria corre menos peligro, quizás porque siempre merecerá más la pena el esfuerzo de pagar 15 o 20 euros por un libro que por un disco y porque los soportes y los formatos descargables son limitados en relación con las hojas de papel.

Creo que las industrias audiovisuales y musicales irán quedando concentradas en manos de los gigantes de las telecomunicaciones, lo cual, obviamente, ocasionará la práctica abolición de la calidad.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 16 de enero de 2011