El documental Hombre tranquilo con soplete de soldador, rodado en 1985 por Barrie Gavin, muestra a Julio González (Barcelona, 1876-París, 1942), el genio catalán de la escultura de principios del siglo XX, aporreando hierros candentes sobre un yunque. Enseña al maestro de la forja que llevó una formación académica anclada en el modernismo catalán a los confines del lenguaje universal más vanguardista como un artesano del fuego y el metal. Y en la pared de enfrente, en el contexto de la exposición Julio González-David Smith. Un diálogo sobre la escultura, que ayer inauguró el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM), otro documental, El maestro escultor de Bolton Landing, dirigido por Bruce Minnix e Ina Korek, ofrece imágenes de Smith, otro genio de una generación posterior a la de González, doblegando el metal en su taller.
La exposición establece, a través de 94 obras de arte, los vínculos íntimos entre ambos creadores. Muestra cómo el escultor de Indiana David Smith (1906-1965) asimiló los conceptos plásticos de González a raíz de un viaje a Europa. De hecho, el comisario de la muestra, José Francisco Yvars, explicó que hay constancia de que Smith quedó fascinado por una máscara de Julio González que consiguió en París.
Y como se trata de poner a dialogar las obras de ambos genios, se ha recurrido a pequeñas esculturas de fondos del IVAM y de la fundación Estate David Smith, huyendo de las obras monumentales de González o de los gigantescos iconos, que hasta se llenaron de color, de Smith.
"La escultura es tan libre como el pensamiento y tan compleja como la vida", aseguró Smith en su día. Y la exposición del IVAM muestra que las obras de Smith y González llevan la libertad al extremo pero su arte indudable hace que parezcan sencillas. Y hasta frágiles.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de enero de 2011