¿Tan difícil es llamar a las cosas por su nombre? No existe la traducción simultánea: en el Senado, los intérpretes de las "otras lenguas españolas" en las cabinas de interpretación simultánea hacen su trabajo: interpretar. A no ser, claro está, que estén delante de un ordenador traduciendo discursos escritos que luego envían por correo electrónico a los senadores. Se interpreta la oralidad, se traduce un texto escrito. Por cierto, permítanme decir que no es el mejor momento para este gasto: llega 33 años tarde. Bienvenida sea la interpretación simultánea.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 22 de enero de 2011