El trazado rectangular del barrio de A Magdalena fue diseñado con escuadra y cartabón por los ingenieros navales de la Ilustración, en el siglo XVIII, cuando Ferrol florecía a la sombra de los astilleros y del Arsenal Militar. En la cuadrícula formada por 16 calles -seis paralelas y diez perpendiculares- se edificaron centenares de viviendas hacia finales del siglo XIX y principios del XX.
Solo aquellos inmuebles rehabilitados o en proceso, cuyos propietarios se esmeraron en cuidar, conservan su antiguo esplendor modernista.
En plena calle Real, la arteria comercial del centro, se cuentan cinco edificios recubiertos con una malla de seguridad para prevenir desprendimientos, y hay veinte locales cerrados a lo largo de una decena de manzanas. En la calle Magdalena, que da nombre al barrio, los edificios ruinosos son muchos más y aproximadamente el 40% de los 181 bajos comerciales cerraron sus puertas, se venden o se traspasan. En el primer tramo de la calle María, el panorama es todavía más desolador. De los doce bajos, seis están cerrados.
Los pisos y los locales no se acondicionaron por la desidia o la falta de recursos de sus propietarios, que reclaman más ayudas públicas. Los empresarios buscaron locales y pisos de alquiler en otros barrios menos céntricos y con rentas más bajas. Muchos cruzaron la frontera y se asentaron en Narón. Como resultado, el corazón de la ciudad y el propio municipio se ha ido despoblando. En 2010, Ferrol retrocedió hasta los 73.638 habitantes, incluso por debajo de los 74.799 que el INE contabilizó hace medio siglo, en 1960.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de enero de 2011