Coprotagoniza todo Adele Adkins en su segundo disco. Empeñada en demostrar que no es una voz florero sino una artista, codiseña la portada, coescribe todos los temas (excepto, obviamente, Lovesong, de The Cure, que en su voz recuerda a In a lonely place, de The Smithereens), y hasta coproduce con los seis figurones de la técnica que han grabado el disco en Londes y California. Entre ellos, Rick Rubin, que infecta todo el álbum (incluso las partes en las que no participa) de su sonido: ese rodillo que recuerda a aquellos defensas centrales que dejaban pasar al delantero o al balón, pero nunca a ambos. Pero nadie, y menos Adele, con 21 años, parece estar al mando, y el resultado es un ejercicio vocal tan físico como vacío.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 4 de febrero de 2011