En Hollywood, salvo excepciones, envejecer es un delito y la juventud eterna se mantiene a fuerza de operaciones y maquillaje. Jennifer Aniston, sin embargo, lleva bien sus 42 años recién cumplidos (el 11 de febrero). "Me siento mejor que nunca, mejor que cuando tenía 20", asegura sentada en una sala del hotel Villa Magna de Madrid, junto a Adam Sandler. Tanto, que la idea de recurrir a la cirugía, como muchas de sus colegas, no le atrae en absoluto. Eso sí, tampoco tiene nada en contra: "Mientras haga feliz a quien se opera...".
Los dos actores se encuentran en España para presentar su última película, Sígueme el rollo, una comedia ambientada en Hawai donde Sandler es un cirujano y Aniston su colaboradora.
De cerca la belleza de Aniston pierde algo. Eso sí cuenta a su favor con un buen trabajo de maquillaje y una nueva melena más rubia y más corta. Vestida con una camiseta negra sin mangas y un pantalón también negro, hizo hincapié varias veces en que está encantada con este momento de su carrera. "Estoy muy contenta. Espero seguir así hasta que sea una mujer muy muy muy vieja", asegura. La única concesión que hizo a la nostalgia por la juventud fue al corregir una pregunta: "Digamos que tengo más de 30 años, suena mejor".
Plenamente cómoda ante las cámaras y las numerosas interrupciones de Sandler, la actriz negó ser la reina de la comedia, "aunque si pudiera llevar una corona me gustaría llevar esa". También le apetecería llevar la corona de Colin Firth, cuyo papel en El discurso del rey es el que más le hubiese gustado interpretar, entre las películas candidatas a los Oscar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 23 de febrero de 2011