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CARTAS AL DIRECTOR

La Unión Europea y Libia

Dejando a un lado el significado estrictamente geográfico del término, resulta difícil concebir Europa sin el Mediterráneo, y este a su vez sin su ribera meridional, como si existiese una frontera infranqueable discurriendo por un paralelo imaginario a través del mar, capaz de dividir el norte y el sur de la cuenca mediterránea.

Algunas de las grandes metrópolis de la antigüedad situadas en sus confines oriental y meridional, como Estambul, Alejandría o Cartago, desempeñaron un papel político, económico y religioso de primera magnitud capaz de influir en la cultura y pensamiento europeos a través de esa magnífica y antiquísima autopista conocida como mar Mediterráneo, sin la que difícilmente se habrían podido desarrollar los imperios griego, cartaginés, romano, bizantino, árabe u otomano.

Los occidentales que viajen al norte de África verán, además de una riqueza patrimonial muy variada que bebe de las mismas fuentes culturales que la nuestra, a unas incipientes clases medias que enfundadas en sus vaqueros ven por televisión o Internet, la BBC, Al Yazira, y que con una preparación cada vez mayor y unas inusitadas ansias de libertad le están poniendo la puntilla a unos regímenes corruptos y anacrónicos herederos de la guerra fría.

Resulta difícil entender el futuro de la Unión Europea sin tener en cuenta a los países de esa otra orilla, que antes o después conseguirán desarrollar verdaderas democracias con una clara separación entre la religión y la política. De ahí que sea fundamental una respuesta contundente de Europa, más allá de comunicados equilibristas, tibios y vergonzantes, capaz de frenar la ejecución de una política de represión y aniquilamiento de los ciudadanos libios levantados contra el dictador.

Esa actitud de cobardía de los dirigentes europeos sustentada en intereses económicos y políticos, dará alas a los sectores integristas de estas sociedades, alejándonos un poco más de esa mayoría de ciudadanos que nos ven como una esperanza.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 28 de febrero de 2011