La efervescencia del Manchester United duró hasta que David Luiz lo permitió. El central del Chelsea, protagonista en los dos campos, no solo sofocó el empuje del rival, sino que azuzó a su equipo hasta voltear el resultado (2-1). Trepa posiciones el Chelsea (48 puntos), que no se descabalga del todo en la Premier, y retroceden un pelo los diablos rojos, todavía líderes (60), pero con la mirada echada al retrovisor y el Arsenal (54, con un partido menos) ya en el cogote.
A falta de constructores, bien vale un pase largo. No tiene más el Chelsea, equipo rompedor en las áreas aunque inerte en el eje. La laguna que le define, que anula a Torres, sin pases ni balones. Pero no a la rizada melena de David Luiz.
También persigue sin éxito el Mufc el pase definitivo, pero recurre con tino a la táctica del rugby: avanzar metros con el balón escondido, con Scholes de trilero y Rooney de ejecutor. El ariete recibió fuera del área, dio una vuelta de peonza y David Luiz se desentendió del marcaje, quizá aturdido por un pelotazo que recibió segundos antes en la entrepierna. Gazza sacó su látigo y a la red. Pero el empuje del Manchester United, tan terrorífico como pasajero, se diluyó pronto y envalentonó a Luiz y, por extensión, al Chelsea.
Omnipresente, Luiz destruye, a las buenas y a las malas, porque defiende la teoría de pasa el balón o el jugador, pero no los dos, en su área e intimida en la adversaria. Así, a la salida de un córner y a centro de Essien, remató con fiereza a gol. Agotado el Manchester United, Smalling cometió un penalti ingenuo y torpe sobre Zhirkov. Lampard no falló. Al centro y victoria: sonrisa de Luiz, que ilumina al Chelsea.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de marzo de 2011