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CARTAS AL DIRECTOR

¿Con IVA o sin IVA?

Castelldefels, Barcelona

Debe ser la frase con la que más frecuentemente me responden a la sencilla pregunta: ¿cuánto cuesta? Seré ingenuo, ¿cómo no se me había ocurrido precisarlo previamente? El dependiente, el cajero, el patrón o el dueño del negocio necesitan ese dato fundamental antes de poder indicarme el precio. Y cuando respondo que con IVA se extrañan, aumentando con ello mi confusión. Además de ingenuo debo ser poco espabilado. Parece que solo unos pocos nos flagelamos con un recargo al que la mayoría otorga un carácter voluntario. Así muchos comerciantes evitan posibles reclamaciones de los clientes, logran también una reducción de otros impuestos y además hacen competencia desleal a quienes sí cargan el IVA.

Naturalmente, el fraude es cosa de dos y no se podría eludir el pago sin la participación del cliente. Luego se habla de corrupción, de la corrupción de los otros, por supuesto, cuando a la primera oportunidad de evitar una contribución obligatoria la mayoría de los clientes elige la opción menos gravosa para su bolsillo. ¿Y por qué no se denuncia a estos negocios? Yo, como sigo siendo un ingenuo, me pregunto, ¿por qué la gente calla?

Y mirando a la Administración, ¿por qué se lo ponen tan fácil a los defraudadores? ¿Por qué, tras un delito fiscal probado, se evita la cárcel pagando? ¿No se dan cuenta de que con esa posibilidad de evitar la cárcel se favorece la defraudación? Y puestos a preguntar, ¿por qué prescriben tan pronto los delitos fiscales?

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 4 de marzo de 2011