Narrativa. Conocido en Suecia por sus retratos de la clase obrera, Kjell Johansson es un escritor ya veterano con más de una docena de novelas, varias de ellas traducidas a otras lenguas. Ahora llega a España con un título publicado originalmente hace veinte años, la tercera parte de una "trilogía sobre seres asustados y solos en esa tierra de nadie que se extiende entre realidad y posibilidad". En efecto, El rostro de Gógol no es una biografía al uso, sino una ficción libre apuntalada en algunos datos conocidos sobre la vida del gran escritor ruso. Y aunque hay algo de sacrílego en el uso de la primera persona -después de todo el escritor es su escritura y "abducirla" viene a ser como profanar su tumba-, el recurso funciona a la hora de indagar en su infancia y juventud. Sueños, recuerdos, fábulas y anécdotas van conformando el sustrato imaginario que años después nutriría la obra de Gógol, pero sobre todo van dejando entrever la conexión entre fantasía, superstición y fe, un factor clave para entender el trágico final del escritor que se dejó morir de inanición después de haber quemado la segunda parte de su obra maestra. De nuevo el uso de la primera persona permite bucear en la angustia religiosa y la ambición moral de un personaje que siempre se consideró incomprendido, pero a la vez ese carácter egocéntrico y obsesivo impide al lector acceder a uno de los elementos más sugerentes de la novela, ese elenco de secundarios formado por el dream team de la literatura rusa: Pushkin, Zhukovski, Tolstói o Dostoievski pasan por el texto de perfil, apenas esbozados por ese "yo narrativo" inevitablemente absorto en la contemplación de su propio infierno.
El rostro de Gógol
Kjell Johansson
Traducción de Carmen Montes
Nórdica Libros. Madrid, 2011
376 páginas. 21,95 euros
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de marzo de 2011