El evento anual Cartografías de la Danza en su intención de panorama prismático ha dado cabida a este flamenco experimental que ya antes había dado muestras de originalidad y proyección. Usa Mariano Cruceta la técnica del ballet flamenco para expresarse en profundidad casi siempre en monólogo, eludiendo toda complacencia con el género y permitiéndose pocas licencias alegóricas. Pero este es un espectáculo fallido al que le falta fuelle y armonía y que es mucho más un concierto del grupo musical acompañante aderezado con cuatro bailes dispersos, sin hilatura ni demasiada fuerza, solo demostrada a medias en los momentos en que Cruceta se acerca a su estilo personal de siempre (a lo que nos tenía acostumbrados), a su poco expresivo gesto, casi adusto, a veces duro y otras con detalles de encuadernación contemporánea que demostraban su inquietud exploratoria.
La confidencia
Compañía Cruceta Flamenco; coreografía: Mariano Cruceta; dirección musical: Caroline Planté (guitarra), Eduardo Pineda (piano). Con Pepa Sanz. Teatro de Madrid. Hasta el 5 de marzo.
Puede ser que La confidencia quiera ser un bis a bis de cámara, pero no resulta. Un exceso injustificado de solos de guitarra y de piano, para mayor lucimiento de sus intérpretes, que son correctos, como el elegante percusionista también, pero bastante planos, va hundiendo el ritmo de la obra. A eso contribuye y mucho un aire a veces jazzístico y otras latino que lejos de animar lo musical simplemente lo emborrona.
Tampoco está justificado un vídeo bien hecho pero que reproduce de manera artística el baile que luego se produce en vivo, resulta redundante y poco imaginativa solución.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de marzo de 2011