Estados Unidos ha hablado. Esta es la cruda realidad para el régimen de Gadafi. Solo es cuestión de tiempo que el dictador libio sea derrocado. Sin embargo, a diferencia de décadas anteriores en que, ahora esa ley ha de ser consensuada con otros interlocutores del escenario internacional, sobre todo con Rusia y China. China, inmersa en su increíble modernización y desarrollo interno, poco puede sacar de provecho en el norte de África, pero sí puede usar este acontecimiento para sacar algún beneficio en campos como el energético. Por su parte, Rusia, recelosa de todo movimiento americano, sí tiene mucho que decir en el escenario norteafricano: los países de la orilla sur mediterránea son sus principales competidores en suministro energético a Europa. El conflicto ya ha tomado el cariz de guerra civil y su fin sin la intervención extranjera es impensable. El baño de sangre continuará durante un tiempo hasta que todos tengan su parte del pastel. Hay muchos intereses en juego y, paradójicamente, parece que la democracia libia es lo que menos les interesa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 10 de marzo de 2011