Soy por convicción socialdemócrata. Votaré PSOE en todas y cuantas elecciones haya en este país mientras no considere que otro partido representa mejor esa idea de organización social.
Creo que somos muchos los que estamos sufriendo al ver la agonía de un proyecto que, por múltiples factores, ha llegado a su fin sin alcanzar aquellas metas más cercanas a la utopía que a la realidad que se nos avecinaba. Rodríguez Zapatero, al no querer o no saber cambiar el rumbo, nos ha llevado a un punto en el que muchos estamos deseando que "todo pase". Que sean ellos, "los otros", los que tomen el relevo y nos dejen descansar de ese ejercicio que sin rubor sabemos poner en práctica los de la izquierda, pero que tan duro llega a hacerse y que, llegado el momento, agota al más pintado... la autocrítica.
El PSOE, con Zapatero a la cabeza, ha caído, igual que Felipe González en su momento, pero la diferencia está en que González se vio acorralado por otras cuestiones que le obligaron a irse arrinconado, dando explicaciones, mientras que Zapatero podía haberse ido pidiéndolas y el tiempo le hubiese dado la razón. Pero su obstinación le ha perdido.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de marzo de 2011