El Gobierno de Japón pidió ayer ayuda a EE UU y al Organismo Internacional de la Energía Atómica para hacer frente a la pesadilla nuclear que vive el país desde el terremoto del pasado viernes y que se agrava según pasan los días. Una nueva explosión de hidrógeno junto al reactor número 3 de la central nuclear de Fukushima, al noreste de Tokio, junto con serios problemas de refrigeración en el reactor número 2 desataron las alarmas. Pese a que el Gobierno de Tokio no informó ayer sobre la extensión de la radiación que está provocando esta cadena de accidentes, 17 militares de Estados Unidos, que participaban a bordo de tres helicópteros en el rescate de víctimas, a unos 100 kilómetros de la central, se vieron afectados por la radiactividad. El número de desplazados por los fallos de la planta de Fukushima asciende ya a 184.900 y las autoridades de Tokio han comenzado a llevar a los refugios de emergencia de la zona 230.000 dosis de yodo.
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La catástrofe humana y medioambiental se reflejó también en el descalabro de la Bolsa de Tokio, que bajó más de un 6% en su primera sesión tras la tragedia. El banco central inyectó 130.000 millones de euros para frenar el caos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 15 de marzo de 2011