Harta ya de aprender palabras nuevas sobre déficit, bonos, rating o coste de la deuda, hoy me he encontrado con una palabra sugerente, "neurogénesis", con la que me he intentado familiarizar. Esta palabra se refiere a la capacidad de nuestro cerebro para regenerar neuronas muertas. Obviamente, no es el elixir de la juventud, sino la capacidad intelectual para ser capaces de innovar, resistir, crear, participar y rebelarnos a lo largo de toda nuestra vida. Los viejos y las viejas no son personas amortizadas, son un potencial de sabiduría.
¿Por qué me preocupan estas cosas? Porque necesitaba abrir puertas a la esperanza, a la ilusión. Atribuir a las personas mayores capacidad de autorreinventarse me permite pensar que algunos radicales, xenófobos, insolidarios o corruptos pueden regenerarse si dedican tiempo suficiente a aprender los derechos humanos y civiles, la igualdad entre hombres y mujeres, la laicidad, la religión como un hecho privado e íntimo, el reconocimiento de la soberanía del pueblo y el compromiso público y desinteresado.
Seguro que pensamos en muchos candidatos: ocho años para alcanzar la neurogénesis no bastan, hay que persistir por lo menos cuatro años más para que la libertad y la justicia no asusten a nadie.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de marzo de 2011