Se acabó la fiesta. Los falleros empiezan a desmontar las carpas, las calles cortadas se abren al tráfico y el aire pierde el olor a pólvora que dejó la Nit del Foc la madrugada de ayer. La cremà acabó anoche con los monumentos falleros y la ciudad piensa ya en el año que viene. Unos, los empresarios del sector servicios, entienden que la fiesta les sale mejor si las fallas se queman en sábado y que a ver qué ocurre en 2012, porque solo podrán aprovechar cinco días de Fallas y no nueve como este marzo. Otros, los políticos, no alcanzan a pensar demasiado en el próximo San José porque las elecciones quedan antes y acumulan mucho cansancio: han sido muchos días de mascletades, ofrenda y paellas en la calle. Luego están los falleros, que en breve prenderán la mecha de las próximas Fallas y tendrán que echar un vistazo al presupuesto después del sueño de estos días.
Pero el caso es que anoche se quemaron las fallas. 300 bomberos vigilaron que todo transcurriese sin problemas junto a 2.000 policías nacionales. Miles de personas se apostaron ante la falla municipal a ver cómo las llamas devoraban el monumento de Pere Baena, mientras en el resto de la ciudad las demás se acababan de consumir. Los últimos días, con una jornada de San José de gran afluencia, han sido muy buenos. La oficina de turismo preveía un lleno casi total en los hoteles y la federación de hostelería celebraba una buena recaudación pese a la caída del gasto medio. Ha compensado, explicaba ayer un portavoz, que las fiestas hayan caído entre dos fines de semana y el buen tiempo que ha hecho en la recta final, los días 17, 18 y 19.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 20 de marzo de 2011