El presidente de Yemen, Ali Abdalá Saleh, respondió ayer a la creciente presión de la calle con la destitución del Gobierno en pleno. La medida se produce tras la dimisión de tres ministros y de otros altos funcionarios por las medidas represivas con las que ha respondido al movimiento popular por el cambio. Horas antes, el funeral colectivo por las víctimas del tiroteo del pasado viernes en Saná se convirtió en una expresión de ese descontento.
Los dirigentes de la oposición, diputados independientes y representantes de la sociedad civil participaron en las exequias. El clamor popular tras la matanza ha llevado a los opositores a cambiar su exigencia de reformas políticas por la dimisión de Saleh. Incluso el líder de su propia tribu le ha pedido que se vaya. Nuevas manifestaciones en Adén, Ibb, Taiz, Hodeida, Dhamar y el Hadramaut reforzaron ayer ese llamamiento.
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De momento, Saleh no ha anunciado quiénes formarán el nuevo Gobierno y, según la agencia oficial Saba, que dio la noticia, el Ejecutivo saliente se mantiene en funciones. Fuentes diplomáticas occidentales dudan de que el presidente vaya a introducir cambios suficientes para satisfacer a sus opositores. "Ha empezado la cuenta atrás", resume uno de los interlocutores consultados.
Poco antes, la ministra de Derechos Humanos, Huda al Ban, dimitió en protesta por el "horrible, cobarde y pérfido crimen" del viernes. El titular de Sanidad, Abdulkarim Rafi, que calificó lo ocurrido de "crimen inaceptable y sin justificación", estableció en 44 los manifestantes muertos y 192 los heridos.
Al Ban era la tercera ministra que dimitía en los últimos días. Antes que ella lo hicieron los responsables de Turismo y de Asuntos Religiosos. También dimitieron ayer la portavoz del Ministerio de Exteriores, los embajadores de Yemen ante la ONU y en Líbano y el director del diario oficial del Gobierno, Al Zaura.
Además, 27 diputados y 47 miembros del partido gubernamental se han dado de baja.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 21 de marzo de 2011