El 27 de mayo de 2009, Miguel Berlanga, un obrero en paro, murió tras recibir una brutal paliza de un grupo de gente que lo persiguió a la carrera después de que atracara un salón de recreativos en Málaga. En el linchamiento participaron supuestamente al menos cinco personas, que ayer comenzaron a ser juzgadas, acusadas de asesinato, por un jurado popular.
El primero de los acusados en declarar, Ahmid Mohamed, reconoció que encabezaba el grupo perseguidor cuando la víctima de repente se dio la vuelta y le amenazó con los dos cuchillos que portaba. Según su testimonio, al ver que Berlanga se le aproximaba y que entre los perseguidores "había incluso niños y niñas", le lanzó a la cabeza una piedra de grandes dimensiones. "Lo hice para proteger a los otros y pensando en que la esquivaría", sostuvo.
Sin embargo, la piedra impactó en la cabeza de Berlanga, que cayó al suelo sin sentido. En ese momento, la turbamulta se abalanzó sobre el atracador y lo cubrió de puñetazos, patadas y pedradas. Uno de los golpes le alcanzó en la laringe y le provocó la muerte por asfixia. Mohamed negó que participara en la paliza que siguió al lanzamiento de la piedra, pese a lo que sostienen los otros cuatro acusados y pese a que en la ropa de la víctima se encontraron fibras textiles de su propia vestimenta, lo que indica que hubo contacto físico. El acusado afirmó que se limitó a quitar al atracador la mochila que llevaba y se la dio a un primo del dueño del salón de recreativos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 24 de marzo de 2011