Las empresas cotizadas en Bolsa pueden negociar la refinanciación de sus deudas enormes con un calendario de pagos muy amplio y líneas de liquidez amortizables, y sus consejeros continúan recibiendo sus altísimos sueldos como antes de la crisis. Pero esas familias que compraron un piso y no pueden pagar siquiera 500 euros al mes no reciben ni su ayuda ni su tiempo. Los bancos pueden confiscar y vender la casa al 50% de su valor y el pobre cliente queda obligado a pagar el capital prestado más intereses durante años. Es un abuso, una injusticia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de marzo de 2011