Rezuma pura elegancia el segundo disco del cuarteto barcelonés. Instrumentalmente más rico que su debut, pero sin que el despliegue sonoro merme su capacidad de emocionar. Gracias a una producción de una delicadeza asombrosa, cada canción es un reconfortante carrusel de pop mediterráneo con vientos, cuerdas, coros y voces invitadas en el que las letras, en catalán, de Guillem Gisbert, que firma nueve de los diez temas, son tan herederas de Sisa como de Jarvis Cocker. Es un disco que hace sonreír y que emociona. Historias de amor, felices o no, que desprenden una sensación de relajo, doble mérito para un grupo que tenía mucho más fácil defraudar que agradar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de marzo de 2011