Todo empezó por aburrimiento y por habilidad. En 1990, el técnico Telê Santana le insistió en que llegara antes al entrenamiento para practicar, para tomar el relevo algún día del siempre fiable Zetti. Y, aplicado como es, Rogério Ceni (Pato Branco, Brasil; 1973) acudió cada mañana media hora antes a la ciudad deportiva de Barra Funda, del São Paulo. Ejercicios físicos, algo de gimnasio y poco más porque Zetti se negaba a tirarle faltas. "No era mi juego", se justificaba hace poco el propio Zetti. Pero, cuando llegó el técnico Muricy Ramalho, en 1994, exigente en dar salida a la pelota desde atrás, cambió el asunto. Ceni ya no solo atrapaba el cuero con las manoplas, sino que le gustaba tocarla con los pies. Y en las horas muertas se dedicaba a chutar desde fuera del área para darle al larguero, para colar el balón por la escuadra... "Probé unas 15.000 faltas porque Ramalho me apoyó en lo que para muchos era una locura", recuerda Ceni. Pero no se equivocaban. El Mito, como le conoce la torcida del São Paulo, suma 100 goles, más que ningún otro portero en la historia: 56 de libre directo y 44 desde el punto de penalti. Un guardameta que se impone en las dos áreas.
Ceni siempre tuvo habilidad para el deporte. A los cuatro años, influenciado por la pasión de su padre, cogió la raqueta de tenis. Luego, pasó por el equipo de fútbol-sala de su colegio y, a los 11, en un traslado familiar, llegó a la ciudad de Sinop, donde alternaba los estudios con un trabajo de auxiliar de servicios generales en el Banco de Brasil. Allí descubrió la pasión por el voleibol -hasta el punto de que disputó los Juegos Estudiantiles de Brasil- y se probó los guantes de casualidad. Fue en 1987, cuando el jefe del banco -también, el portero del equipo- no se presentó a una de las pachangas. Rogério tomó la alternativa con gusto; tras dos intentos, el Sinop le ofreció en 1989 el puesto de tercer arquero. La fortuna, porque se lesionaron los otros dos, y sus buenas manos hicieron el resto: campeones estatales. Un reclamo bien llamativo para el São Paulo. En él juega desde 1990, desde hace 21 años y dos meses, una cifra de fidelidad solo superada por Noel Bailie, del Linfield, norirlandés. "Nunca me he planteado jugar en Europa. Las cosas salen como salen", aclara Ceni. Y a él le salen los golpeos como a pocos. Un francotirador.
En 1997 se estrenó como lanzador de faltas. Una al Fluminese y otra al Flamengo. Agua. A la tercera, ante el Unión San Jãou, acertó. Y ya no paró. Ganador de tres Libertadores, dos Intercontinentales, un Mundial de Clubes y cuatro Ligas, Ceni asusta cuando se planta tras la pelota. Entre sus noches de gloria está esa de 2006, cuando arrebató el récord de 62 dianas al paraguayo Chilavert, frente al Cruzeiro, con un gol de penalti y otro de falta. Tras Chilavert están Higuita (41), Campos e Ivankov (40), que sigue en activo en las filas del Bursaspor, turco.
Participante en los Mundiales de 2002 y 2006 -jugó 9 minutos ante Japón-, Ceni no ha destacado a nivel internacional. Pero sí en el São Paulo, en el que ya le conocen como Roger100. No es su único récord: es el vigésimo goleador en la historia del club y su máximo artillero en la Libertadores (11). Por eso, cada vez que juega en el Morumbí (suma 964 partidos, más que ningún otro futbolista; Giggs contabiliza 931), por los altavoces se escucha su canción favorita, la de Hells Bells, de AC/DC. Ceni acaba contrato al final del año que viene y no se sabe si seguirá bajo los palos. Pero, de momento, ya ha dejado su huella, sus 100 goles.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 29 de marzo de 2011