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Crónica:REAL MADRID 0 - SPORTING 1 | FÚTBOL | 30ª jornada de Liga

El Madrid se queda sin plan

El Sporting bate con un solo remate a un equipo enredado con el balón y frenado con la sustitución de Granero - Primera derrota liguera en casa de Mourinho en nueve años - El Barça, a ocho

Si la conquista de los partidos es un proceso, este Madrid lleva una temporada concentrado en abreviar los trámites. Frente al Sporting, la economía de maniobras alcanzó su máxima expresión. Cuantos menos pases, mejor. Cuanto menos tiempo se administrase la pelota en el medio campo, mejor. Cuanto más se canalizara el juego por los costados, mejor. A ser posible, siempre en línea recta. Siempre en un mismo sentido. Lejos de asegurar un grado de contundencia, esta simplificación arrastró al Madrid al fracaso. Lo vio el Bernabéu, que tardó unos minutos en manifestar su malhumor. Pitos, rumores, silencios. Es lo que inspira el plan de este equipo. El Sporting, un rival que se juega la permanencia en la categoría, sin recursos para desarrollar otros caminos, respondió a su planteamiento encerrándose en el cajón. Tiró una sola vez entre los tres palos. Fue gol.

REAL MADRID 0 - SPORTING 1

Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Albiol, Carvalho, Arbeloa (Pepe, m. 70); Lass, Granero (Higuaín, m. 58), Khedira; Özil, Di María (Canales, m. 70); y Adebayor. No utilizados: Dudek; Garay, Juan Carlos y Juanfran.

Sporting: Juan Pablo; Lora, Botía, Iván Hernández, Canella (José Ángel, m. 5); Rivera, Nacho Cases; De las Cuevas, André Castro (Eguren, m. 58), Nacho Novo; y Barral (Sangoy, m. 75). No utilizados: Raúl; Gregory, Ayoze y Sergio.

Gol: 0-1. M. 78. De las Cuevas.

Árbitro: G. González. Amonestó a José Ángel, Ramos, Di María -no jugará en San Mamés-, Lass, Juan Pablo y Nacho Novo.

77.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu.

Nacho Cases devolvió una pared a De las Cuevas, que se desmarcó al medio del área y engañó a Casillas con el cuerpo mientras ajustaba el remate al primer palo. Al Madrid le quedaban 10 minutos para reaccionar. Demasiado poco para un equipo sin timón, descuadrado por los cambios que Mourinho introdujo desde el minuto 55.

Mourinho no perdía un partido como local desde el 23 de febrero de 2002 con Oporto. Hace más de nueve años. Este argumento impulsó la imaginación de los estrategas del Madrid que proyectaron su fichaje hace un año. Decían: "¡Un tío que lleva tantos partidos sin perder en casa algo tiene que tener!". Algo, en contraposición de nada, representa cualquier cosa. Ninguna de las cualidades que los jugadores destacan en Mourinho está muy relacionada con la organización del equipo alrededor de la posesión de la pelota. El técnico ha establecido principios, pero carecen de la sofisticación necesaria en días como ayer. Frente a rivales que se cierran y esperan, el Madrid ha tenido problemas. Con Cristiano o sin él. Han sido, casi siempre, los adversarios sin peso en la Liga los que le han generado dificultades insalvables. Equipos que se defendieron a la desesperada. Como Sporting, Levante, Osasuna, Deportivo y Almería.

Frente al Sporting, el plan consistió en proteger a Casillas con una línea de cuatro defensas poco inclinados a sumarse al ataque y dos mediocentros de gran capacidad atlética, especializados en colocarse y recuperar. En el ataque, Lass tuvo orden de iniciar las jugadas buscando a Özil, Di María o Adebayor, por este orden. En caso de no encontrar salida, pase atrás, a los defensas, para proceder al pelotazo a Adebayor, que aguantó mientras Khedira acudía como un tren a la caza de rebotes y balones colgados. Este Madrid nunca mostró un cuidado especial por la iniciación del juego. Mourinho supuso que con los defensas y los finalizadores que tenía los partidos se irían resolviendo en las áreas. Confió en sus expertos en solucionar problemas frente a la portería rival. Se aferró a una inspiración, a un golpe de fortuna.

Para evitar transiciones arriesgadas, Mourinho desplazó a Di María y Özil a las bandas a recibir, trasladar y meter el centro a Adebayor. En cuanto a Granero, el enganche se situó entre líneas, demasiado alejado de Lass para participar en la salida y demasiado apartado de los extremos para tirar una pared. A Granero y sus compañeros les sobró voluntad para cumplir consignas. Pero les faltó iniciativa para buscar soluciones que no estuviesen en el manual del entrenador. Sobre todo, les faltó Xabi Alonso.

El Madrid salió con más ingenio tras el descanso. Granero comenzó a ofrecerse más a Özil y Di María, que abandonaron los extremos. A partir de esa reunión, el equipo se comenzó a imponer y a llegar con más claridad. En una de esas, Di María forzó a Juan Pablo a estirarse. Durante 10 minutos, el juego del Madrid alcanzó un punto de coherencia. Mourinho lo cortó en seco cuando quitó a Granero. Empeñado en conservar todos los ladrillos de su muralla, mantuvo a Lass y Khedira, retiró a Arbeloa, dio entrada a Pepe y procedió a formar una defensa de tres centrales. Debió de creer que con ese enjambre la portería de Casillas estaría a salvo. El flaco De las Cuevas se encargó de demostrar lo contrario.

Abocado al ataque de nervios, durante el cuarto de hora restante, el Madrid solo mejoró en la aceleración y el desgaste. En plena arremetida, Higuaín y Adebayor estuvieron a punto de empatar el partido. Pero Juan Pablo les robó la gloria con dos paradas que enmudecieron Chamartín.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de abril de 2011