Para ser creíble, mejor que en el Congreso de los Diputados, el presidente Zapatero tendría que hacer su discurso de defensa de las libertades y los derechos humanos en uno cualquiera de los innumerables enclaves en que estos son sistemáticamente vulnerados, muchas veces con la complicidad o la inhibición interesada de Occidente, pongamos por ejemplo en Gaza y Cisjordania.
Para ser creíble, mejor que en el Congreso de los Diputados, el diputado Llamazares debería hacer su discurso de pacifista exquisito en un lugar más concreto que el que puebla con su retórica de laboratorio, por ejemplo, cara a cara ante las víctimas libias de la barbarie del coronel Gadafi.
Entre ambos, en la sesión de hace un par de semanas, algunos diputados expresaron su apoyo a la intervención aliada considerándola un mal menor, pero siempre mejor que la indiferencia pasiva, planteamiento que probablemente representa la opinión de una buena parte de la ciudadanía.
En resumen, nada de lo que presumir, pero tampoco nada de lo que avergonzarse, por lo menos por ahora.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de abril de 2011