Humala ha hecho una buena campaña y ha logrado capitalizar el descontento popular por la caída del gasto social (el de Perú está por debajo de la media de la región) en un país de gran económico, pero el candidato nacionalista también ha sido el más beneficiado, como señala el politólogo Alberto Vergara, "de la ausencia absoluta de partidos en esta elección. En 2006 debió enfrentarse a los candidatos de dos partidos tradicionales . Hoy solo se enfrenta a otros personajes sin ideas y sin organizaciones partidarias. Esta precariedad de los partidos en la política peruana permite, y casi diría alienta, la emergencia de aventuras individuales y caudillistas. Humala es hoy electoralmente más débil que hace cinco años, pero sus rivales son mucho más débiles que los de entonces".
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Perú, en línea con lo que ha sucedido en otros países andinos como Bolivia, Ecuador y Venezuela, ha sufrido una crisis sin precedentes de los partidos políticos. Ninguno de los candidatos que tiene opciones de alcanzar la presidencia pertenece a alguno de los grupos políticos históricos.
El Partido Aprista, fundado en 1924 y que alcanzó democráticamente el poder dos veces (1985 y 2006) con Alan García, ni siquiera ha podido candidato. Otro de los partidos tradicionales, el Popular Cristiano (PPC), se ha sumado a la coalición Alianza por el Gran Cambio del exministro Pedro Pablo Kuczynski. El PPC languideció tras la derrota en las generales de 2006 y se hundió tras perder la alcaldía de Lima el año pasado. En ambos casos la candidata fue Lourdes Flores.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 10 de abril de 2011