Que los islandeses rechacen de nuevo pagar de su bolsillo su crisis bancaria confirma cuánto y lo bien que aprovechan la formación que reciben de su sistema público de educación, que por cierto ayudó en 2009 a que la ONU lo señalara como el tercer país más desarrollado del mundo.
Que en el norte de Europa sostengan que quien la hace la paga entra dentro de lo justo. Los bancos con su siempre tan ávida especulación financiera crearon esta crisis económica y pretenden que la paguemos a escote solidariamente solo sus modestos usuarios, mientras que sus consejeros engrosan sus bolsillos y los cómplices necesarios, como los políticos, miran para otro lado.
El precio que va a pagar Islandia por su valentía es no ingresar en la zona euro.
Ahora que los asalariados españoles sabemos cuánto se sufre con la moneda única bien podríamos recuperar para los islandeses nuestro reclamo patrio "de entrada no".
Parece que los famosos brotes verdes contra la explotación y usura bancaria tienen la denominación de origen islandés, y la patente la usaron en España los jóvenes manifestantes sin trabajo ni casa que colapsaron el centro de Madrid la semana pasada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de abril de 2011