En septiembre del año 2000 se firmó la Declaración del Milenio en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, donde ciertos países, entre ellos el nuestro, se comprometían a cumplir ocho objetivos: erradicar la pobreza extrema y el hambre; conseguir la educación universal; lograr la igualdad entre los géneros; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud materna; combatir el sida; mantener y cuidar el medio ambiente y fomentar una asociación mundial.
Estos objetivos se crearon con la razonable creencia de que en el año 2015 estarían cumplidos, pero, aunque no hayamos llegado todavía a la fecha límite, no parece que sea posible que estos propósitos vayan a estar cumplidos para entonces.
Por lo pronto, uno de los objetivos en España no progresa. En 1972 se acordó que los países miembros de la ONU destinaran el 0,7% del PIB a los países en vías de desarrollo. En términos internacionales esta cantidad es una minucia, y además teniendo en cuenta que en nuestro país este índice apenas roza el 0,4 %, la mejora de los países necesitados no será muy ágil.
Es posible que mucha gente piense que también podamos necesitar el dinero, pero mientras nosotros nos quejamos y decimos "crisis" y "paro" ellos sufren y gritan "muerte" y "miseria".
Por todo esto, antes de nada cabe reflexionar y apoyar el respeto de estos objetivos, no por nuestro bien, sino por el futuro de los pueblos necesitados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de abril de 2011