La exposición Distancias cortas, del portugués Julião Sarmento, empieza y termina con un baile. Al primero está invitado el visitante, aunque quizá no sea una experiencia festiva. En la terraza de La Casa Encendida (Valencia, 2), hasta el 5 de junio, hay una habitación cerrada, con solo una puerta. Dentro, un hombre y una mujer. Cuando el visitante entra suena un disco y empiezan a bailar de una manera muy íntima, indiferentes a él. Una situación violenta. Y es ese el tono general de las obras Sarmento, uno de los artistas más respetados internacionalmente, que hace del espectador un cómplice en sus enigmáticas experiencias como voyeur. Lo fuerza a situaciones extremas. En el vídeo Close, codirigido por Atom Egoyan, el espacio entre la pared y la gran pantalla permite apenas que se sitúe el espectador. Sus mujeres (dibujos, pinturas, esculturas, vídeos) no tienen rostro. Las sorprendemos en gestos inexplicados, envueltas en un halo de tristeza o melancolía como en el vídeo Jolie danse. Un último baile al suave ritmo de la soledad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de abril de 2011