El Gobierno británico acaba de perder cualquier esperanza de revertir la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en la que declara contraria a la Convención la prohibición de voto a los presos británicos. Un panel de cinco magistrados de la Gran Sala ha rechazado el recurso. Ahora tiene seis meses para legislar en el sentido indicado.
Gracias al efecto derrame de esta sentencia, los presos en los 47 Estados miembros del Consejo de Europa podrán votar en elecciones nacionales y europeas. Cameron ha perdido las batallas y la guerra contra los presos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de abril de 2011