Casillas besa a la Cibeles / ÁLVARO GARCÍA
El grito de Iker
Hay algo marcial en Iker Casillas. Una severidad en la disposición de ánimo, un laconismo, una austeridad en los gestos que quizás heredó de sus predecesores, Raúl y Hierro, sin quererlo. El hombre es hermético. No deja escapar emociones. Fue asimilando alegrías y sinsabores con aparente serenidad, sin decir nada.