Los intentos de la población china de hacer oír su voz, de reclamar democracia, se encuentran frustrados de forma tajante debido a la actitud del Gobierno y la policía, que se sirven de su control sobre Internet para impedir cualquier intento de protesta o reivindicación, dejando al país sumido en la más completa incomunicación y desconocimiento.
Las pocas personas que consiguen burlar el cerco policial que rodea a las redes sociales, blogs y webs extranjeras, que consiguen contactar con disidentes fuera del país o que se atreven a mencionar las palabras revolución de los jazmines en la Red son perseguidos y en muchos casos encarcelados, debido al gran temor de las autoridades chinas a que la ola de protestas surgida en Oriente Próximo se extienda a su territorio.
Las llamadas a pasear por zonas características de las principales ciudades a modo de protesta son sofocadas enérgicamente, la policía toma el control de la zona desplegando medios desproporcionados, cohibiendo a los viandantes y amenazando a los que allí se encuentran.
Estas detenciones, las de activistas, abogados y ciudadanos descontentos, bajo el pretexto de "subversión contra el poder del Estado", y la infame muestra de desprecio hacia los Derechos Humanos que muestra constantemente el Gobierno chino, y a la que Occidente hace la vista gorda, son intolerables, estas protestas deberían ser seguidas y apoyadas por los medios de comunicación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de abril de 2011