El pecado, la pésima defensa contra los saques de esquina. La penitencia, verse abocado al sufrimiento en las últimas cinco jornadas. El Getafe, en su semana de chilabas y petrodólares, se complicó definitivamente la vida ante un Mallorca que hizo bien los deberes y se garantizó su permanencia en Primera.
El Getafe arrancó dominador, pero romo, y cimentando su plan en posesiones tan elaboradas como inocentes. El Mallorca, entre la necesidad y la decisión, prescindía de los trámites camino del área. El cuadro balear, urgido por las matemáticas tras sestear en las últimas jornadas, buscó los puntos sin retórica. Nsue y Webó lo intentaron con disparos lejanos, pero el premio estaba en la frontal del área chica. Allí lo encontró Nunes. Libre de marcaje, el central bermellón aprovechó el despiste de la zaga visitante para rematar de cabeza un córner lanzado por Tejera.
Con el marcador en contra, el Getafe regresaba a la frontera del miedo. Míchel decidió entonces afilar su apuesta con Sardinero y Pedro Ríos y los azulones se lanzaron al ataque sin remilgos. Las incorporaciones agitaron los ánimos y la ofensiva del Getafe, que comenzó a rondar la portería de Aouate. Pero, incapaz de descifrar el camino del gol, el cuadro getafense repitió los pecados del primer acto.
De nuevo a balón parado, de nuevo libre de marcaje, Akihiro encontró otro regalo. El japonés remató la pragmática propuesta de Laudrup con otro cabezazo tras un saque de esquina de Martí que Ustari presenció pasmado y sin respuesta. Arizmendi, a un palmo de la línea de gol, y Miku, a centímetros del poste, enviaron al limbo los últimos cartuchos de los de Míchel, condenados definitivamente al sufrimiento por su negligencia defensiva. Por su mala cabeza.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de abril de 2011