Cada curso escolar en Asturias tiene aproximadamente tres meses y medio de días no lectivos, más festivos oficiales. Y, por si fuera poco, en junio y septiembre, los días que hay clase, hay jornada reducida en los colegios públicos.
Lo raro es que madres y padres, abuelos y abuelas, responsables políticos y por qué no, personal docente crítico, asumamos esto como normal. No sé si por costumbre o por indefensión aprendida. ¿Se puede saber qué modelo de familia puede asumir todos esos días no lectivos? No quiero ni imaginar la situación en familias monoparentales.
Estoy dispuesta a ofrecer mi voto al partido que tenga el valor de modificar el calendario escolar apostando de verdad por la conciliación.
Y es que creo que la conciliación, debe empezar en las familias y en la Administración pública: empezando por el sistema educativo y la sanidad. Lo que no puede ser es que, desde el ámbito público, se pida a las empresas que favorezcan la conciliación mientras los grandes obstáculos de las familias los impone la propia educación pública y la sanidad donde no hay atención pediátrica por las tardes.
¿Se podría decir que el actual sistema educativo expulsa a las mujeres del mercado laboral? Quienes queremos y/o necesitamos trabajar no podemos pedir tres meses de vacaciones, ni cambiar de horario cada vez que hay jornada reducida, ni solicitar un permiso sin empleo ni sueldo un par de veces al año, ni perder un trabajo por no tener servicio de desayuno (la mayoría de los colegios de Oviedo no lo tienen).
Luego se quieren idear medidas innovadoras para favorecer la natalidad y resulta que fallamos en lo más básico. ¿Algún Gobierno nacional o autónomo tendrá de una vez el valor de admitirlo y de modificar un calendario escolar totalmente incompatible con la vida de las familias?
Parece que ni siquiera se quiera hablar del tema.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 26 de abril de 2011